Título: Escuela de sangre
Autor: Max Rhode
Páginas: 304
Editorial: Ediciones B
Sinopsis: Una isla solitaria. Una cabaña de madera amoblada como un aula. Una escuela donde se enseña a poner trampas, dar caza a seres humanos y matarlos.
Simon y Mark son incapaces de imaginar algo más horroroso que tener que trasladarse de Berlín, la metrópolis, al páramo de Brandeburgo. Lo único que los adolescentes esperan, con enorme expectación, son seis semanas de vacaciones de verano, pero su padre les juega una mala pasada. Los ha inscrito en una escuela muy especial, situada en medio de una isla boscosa y solitaria. En ella se enseñan las mismas asignaturas que en el infierno…
¡Hola! Ya pasaron varios días desde que subí mi última entrada en el blog, y lo cierto es que por problemas de salud me tuve que aislar un poco de todas mis actividades, muy a mi pesar. Pero créanme que era necesario, ya que apenas podía conectar dos neuronas, ni siquiera tenía ánimos de leer, con eso les digo todo. De a poco voy mejorando –o eso creo-, y qué manera más propicia para componerme que reseñar mis lecturas. No hay nada que me guste más. Así que aprovecho este pequeño tiempo libre para dispersarme un poco...
Estaba muy ansiosa por leer este libro. Tuve el placer de conocer previamente la pluma del autor y la verdad es que me había dejado muy conforme. Por si no lo saben (si es que alguno es medio colgado), Max Rhode es el seudónimo que usa Sebastian Fitzek en esta obra.

El inicio del libro es excelente, con una narración plagada de detalles exquisitos que enganchan al lector de una manera increíble. Desde el primer capítulo ya encontré todo lo que necesitaba para perderme en sus páginas: un relato muy, muy oscuro, con descripciones magníficas de momentos tortuosos de la vida de los personajes. Pero lo que hizo dar el salto de lo dramático a lo que sería una verdadera novela de terror, es, además del halo de misterio y la crudeza en la narración, la maldad y el miedo que tan bien introduce el autor en cada línea. Además, la cantidad de páginas es bastante exacta, ya que no es un libro ni muy corto ni muy largo; y los capítulos son súper breves –cosa que saben que adoro profundamente, y más aún en este género- lo que desemboca en una lectura sumamente ágil y ligera.
“Cuando nos unimos a él nos indicó que dejáramos nuestro equipaje delante de la cabaña, se quitó la manguera de la cintura y abrió la puerta.
–Sed bienvenidos al lugar más importante de vuestra joven vida –dijo en tono patético.
Al entrar no podíamos creer lo que vimos, pues lo que nos aguardaba en el interior de la cabaña era al mismo tiempo tan normal como absurdo, y durante un momento no supimos si deberíamos reír o asustarnos.
Papá no tardó mucho tiempo en decidir por nosotros”.
Las escenas en que los personajes estaban expectantes –o mejor dicho, muertos de miedo-, sus sentimientos de pánico y desazón traspasaban el papel y se volvían casi tangibles. Al igual que los giros en la trama, que son un punto muy importante, ya que no me resultaron para nada previsibles. En más de una ocasión me sorprendí viéndome desplazando mis hipótesis inmediatas a una escena, porque no habría manera de esperar lo que sucedería luego.

Claro que hay otros más bien secundarios, como Peter el Tartamudo, que aparecen a dar algunas luces, o a sembrar enigmas dependiendo de las circunstancias. Su personalidad está bien plasmada y nítida, tanto que me pude recrear visualmente cada uno de sus rasgos. Me gustó mucho cómo se iban introduciendo otros personajes a medida que avanzaba la lectura, pero sin resultar insulsos ni de relleno, aportando lo necesario para ser relevantes.
Son tantas las sensaciones que me produjo este libro, que no podría mencionarlas todas sin dejarme algo olvidado por el camino. Lo sintetizaré del siguiente modo: fue como ver una alucinante película de terror, pero aún mejor que eso.
Hacia el final todo se fue tornando cada vez más intenso. Los nervios que me producían las últimas escenas, de verdad que no hay manera de que pueda transmitírselos. Y llegado el desenlace, todo tuvo su cierre perfecto, o casi. Porque hay una pregunta que me quedó dando vueltas respecto de un personaje en particular, pero eso ya será más minuciosidad mía. Y los agradecimientos, un detalle que hace a la esencia del mismo autor, siempre distintivo en todo: insuperables.
“Lo comprendo, de verdad. Si usted aceptara que le estoy contando la verdad, también se vería obligado a aceptar que el Mal existe y que al final el Mal siempre sobrevive, como una cucaracha después de un holocausto atómico. Vaya, lo siento, pero me temo que es exactamente así”.